El miedo
«La fuente de todas las miserias para el hombre no es la muerte, sino el miedo a la muerte» (Epícteto).
¿Qué es el miedo? Se trata de una emoción evolutiva, ha contribuido a la supervivencia de la persona. La experimentamos como un estado emocional negativo que nos activa para huir o para defendernos de las situaciones que nos hace sentir amenaza. Es una alerta emocional que nos avisa de que lo que está sucediendo puede provocarnos daño físico o psíquico. Nos provoca inseguridad sobre nuestra capacidad de abordar la situación.
El miedo, activa el hipotálamo que a su vez activa el lóbulo frontal de la corteza cerebral. Recordemos el proceso:
La glándula suprarrenal es activada por el lóbulo frontal del de la corteza cerebral que ha sido activado por el hipotálamo.
La activación de la glándula suprarrenal provoca una descarga de adrenalina que hará que se produzcan cambios fisiológicos: pupilas dilatadas, ensanchamiento del tórax. Este ensanchamiento se produce porque el corazón se ha dilatado. La provisión de sangre aumenta.
- La tensión arterial aumenta y los músculos se contraen.
- Se produce una liberación de glucosa que alimentará a los músculos.
- Al ser necesario incrementar el volumen de oxígeno, los bronquios se dilatarán,
- El cuerpo queda preparado para huir o para defenderse.
Desde el punto de vista cognitivo, el miedo es valioso y universal. Nos ofrece una señal que nos indica que no tenemos recursos para abordar lo que está sucediendo. Este es su principal cometido desde el punto de vista de la gestión emocional.
Miedos fundamentales
Hausseau (2010) recoge en uno de sus libros que:
«Hay tres tipos de estímulos horrorosos para todo el mundo responsables de lo que recibe el nombre de miedos fundamentales:
- Las heridas, la enfermedad y la muerte
- El juicio negativo o el rechazo de los otros y, por consiguiente, la soledad
- El miedo a la angustia.
Todos los demás miedos, lo que llamamos los miedos “comunes” derivarían de los miedos fundamentales. Así, tener miedo de los insectos equivale a tener miedo a ser picado; por consiguiente, al miedo fundamental, a las heridas, a la enfermedad y a la muerte».
En su forma más básica, el miedo tiene dos extremos que paralizan, el miedo a vivir y el miedo a morir y esto, a su vez, tiene que ver con la existencia. Vivir nos exige cosas que nos provocan miedo. De la misma forma, pensar en la muerte puede resultar paralizante.
Recogiendo a Hausseau (2010), sus tres miedos fundamentales se agruparían así:
- Las heridas, la enfermedad y la muerte. Miedo a morir.
- El juicio negativo o el rechazo de los otros y, por consiguiente, la soledad. Miedo a vivir.
- El miedo a la angustia. Miedo a vivir.
¿Qué síntomas tenemos cuando nuestro miedo básico es a vivir?
Falta de compromiso
- Búsqueda permanente de nuevos inicios: personales y/o profesionales
- Amor a la exploración continúa
- Sensación de aburrimiento
- ¿Y si el miedo es a morir?
- Evitarás los riesgos
- Valorarás ante todo la seguridad
- Ofrecerás resistencia al cambio
- Vivirás un guión vital convencional
- Negarás el miedo
- Serás crítico con la vida de otros
- Necesitarás el control
Tipología del miedo
Como en todas las emociones, nos encontraremos con diferentes tipos de miedo en función de cómo, cuándo y con qué intensidad aparece delante de nosotros.
El miedo primario adaptativo y saludable es aquel que nos permite abordar la situación en el momento. Aparece para decirnos, no tenemos recursos, lo que está sucediendo supone una amenaza. Prueba a encontrarlo en ti.
Identifica una “amenaza” en tu vida que represente ahora una incertidumbre o un peligro, puede ser real o imaginario.
- Observa cómo reacciona tu cuerpo
- Toma conciencia de los pensamientos que se asocian a la emoción
- Ponle nombre a los sentimientos que provoca
- Hazte la pregunta: ¿Qué necesito?
Estás preparado para comenzar la búsqueda de recursos. El miedo ha descargado energía que puedes usar para encontrar lo que necesitas.
Cuando el miedo aparece para adaptarnos a la situación presente, es un miedo adaptativo saludable.
Tenemos un miedo desadaptativo, que también es primario pero que no es saludable. Es posible que hayamos vivido ese miedo en nuestra infancia o en diferentes situaciones de nuestra vida y que no hemos sabido procesar. Es un miedo que se queda atascado y aparece en un momento en el que una situación provoca una amenaza que “destapa” todo el miedo atrapado. La intensidad de ese miedo no es adaptativa, sale sin control y sin que podamos gestionarlo. Solo observarlo para tomar conciencia de que está sin regular, sin procesar.
Según Greenberg, el miedo desadaptativo constituye una reacción fóbica a pensamientos, sentimientos y recuerdos asociados con frecuencia a eventos traumáticos. El miedo resultó adaptativo en la situación original, pero continúa siendo activado inapropiadamente y se convierte en ansiedad. Lo más frecuente es temamos volver a experimentar el miedo y la impotencia del evento traumático. Habitualmente en estas situaciones nos sentimos débiles y solemos ser conscientes de lo que nos atemoriza evitando enfrentarnos de nuevo a la experiencia.
Cuando el miedo no se debe a un peligro externo, sino a una sensación de sentirse inseguro por la posibilidad de que nuestro sentimiento central pueda dañar nuestras relaciones con otras personas, aparece el miedo secundario. Aquí se trata de identificar cual es la raíz de ese miedo y si hay alguna otra emoción que se esté superponiendo y, por tanto, tapándolo.
Es posible que intuyas que alguien va a pedirte algo y tienes miedo de decir que no. Puedes descubrirte tratando de evitar sentimientos fundamentales de debilidad y falta de asertividad. También podemos generar miedo secundario generando expectativas de fracaso para el futuro. Sigue siendo un sentimiento básico de inseguridad.
Recuerda que, las emociones están aquí para vivirlas, reconociéndolas, aceptándolas y gestionándolas. Acepta tu miedo y agradécele que haya venido a avisarte de tu falta de recursos. Ahora pregúntate, ¿qué necesito? Y ¡ponte en marcha!
Ciertamente sentí miedo muchas veces, cuando oía el latido de mi corazón como si fuera una bomba que iba a explotar, con aquellos terribles dolores de barriga y es que mi cuerpo simplemente manifestaba lo que mi dolor, tristeza le hacían llegar. Miedo de enloquecer sin saber como gestionar aquellas emociones. Tras cada jornada de trabajo me ponía a pintar los dibujos de aquellos libros de autoyuda, día a día vivía yendo al cementerio, casi destino una habitación de mi casa a hacer una especie de altar de toda su ropa, libros, recuerdos… no es fácil a veces saber si lo que nos ayuda en un momento será saludable en el futuro, pero si nos guiamos de nuestra intuición y además nos dejamos guiar de la mano de experto, o de libros como hacía yo, seguramente conseguiremos hacer una mezcla lo suficientemente buena para ser capaces de superar la experiencia y además poder enfrentarnos nuevamente a otra similar.
Mi hermana murió en el año 2007, mi primer aborto fue en el año 2010, cuatro años después fue mi segundo aborto y un año más tarde me enfrentaba a mi tercer embarazo donde por fin conseguí ser madre. En ese camino de pérdidas, también acompañe a una persona en un proceso de enfermedad de su madre también. Además viví desde lejos otras duras despedidas importante de mi vida, como la de mi tío que vivía en Valencia y bueno poco a poco, gracias libros, películas, reflexiones y mis diarios, he llegado aquí siendo quien ya sabes que soy.
Querida Auxi, sentir miedo forma parte del proceso, es normal que tu madre lo sienta, acompañala en ese sentir, permitanse sentir esta emoción y escuchándola ir dando pasitos en el camino que toca transitar juntas con valor y dignidad, con el agradecimiento de poder hacerlo juntas y con la esperanza de que sea de la forma menos dolorosa y llevadera posible.