157. EL AMOR DE PAREJA, SENTIDO DEL MISMO. NADA ES PARA SIEMPRE.

Uno de los grandes mitos del amor de pareja es su eternidad.

«No me pidas un minuto de mi tiempo, cuando sabes que te puedo dedicar mi vida entera…» Con esta frase podemos ver uno de los grandes mitos del amor de pareja, que es la falsa creencia de ser diferente al resto de los procesos del ciclo de la vida. Lo consideramos eterno, inmortal y olvidamos que igual que todo en la vida al igual que tiene un principio un día también tendrá final.

¿Qué es el amor de pareja para ti?. Existen tantas posibilidades conceptuales como personas individuales y únicas existen, seguramente.

La cuestión es básica, y al margen de lo que representa para nosotros el amor en una relación de pareja, previamente es importante conocer nuestra mochila antes de llegar a esa relación.

Creemos que el amor significa cubrir mis carencias, cubrir mis expectativas, condicionar mi presencia o ausencia, comprometerme o no con la relación y un largo etc.

Es inviable llegar a una relación pretendiendo que la otra persona soluciones nuestros conflictos personales y otros pertenecientes a nuestra historia vital.

La otra persona no es quien nos hará felices o infelices, pues serlo o no depende de nuestro sentir.

Nadie puede hacerte sentir como ya no te sientes, simplemente puede despertarte y servirte para darte cuenta de una vivencia que te pertenece.

Un ejemplo claro y certero es cuando nuestra autoestima es muy baja, nos valoramos y queremos en niveles mínimos o inexistentes, nuestra relación con nosotros/as mismas es dañina, nos despreciamos, juzgamos, exigimos y otras múltiples conductas dañinas que contribuyen a seguir disminuyendo la misma.

En casos como este, normalmente volcamos en la otra persona la responsabilidad de no valorarnos, hacernos sentir inferiores, entre otras posibilidades en su gran mayoría negativas.

Ciertamente existen comportamientos que pueden desencadenar este sentir en nuestra vida aún teniendo una buena autoestima, lo que cambia es nuestra manera de interactuar con la otra persona al hacernos responsables de lo que sentimos, pensamos, vivimos y acontece en su totalidad en nuestro interior.

La relación más importante de nuestra vida es la que tenemos con nosotros/as mismas y normalmente es la gran olvidada.

Nos relacionamos en pareja creando una dependencia poco saludable, pues vemos en la otra persona, en vez de un compañero/a junto a quien caminar y compartir la vida, le vemos como un bastón en quien apoyarnos y un gorro de mago de donde tiene que salir todo aquello que creemos, esperamos, proyectamos, necesitamos, etc.

Cuando incluso tienes una relación y sientes una soledad más propia de no estar en compañía, puede tener más que ver contigo que con la otra persona.

Los hijos y la pareja son un espejo que puede darnos señales para crecer y mejorar desde dentro, pudiendo contagiar al resto de nuestras relaciones.

Esperamos siempre el cambio en los demás, en las circunstancias, en todo y en todos, menos en tomar conciencia que el cambio necesario y único posible en nuestro.

Si somos capaces de dar el paso para cambiar, aún pareciendo que es un cambio insignificante, es en realidad cuando todo cambia.

Estar con una persona significa elegirle como es, no para cambiarle o condicionar nuestra relación.

Elegir o no estar o continuar con una persona, tiene más que ver con quienes somos nosotros/as que con el otro/a, esto es simplemente respetuoso con quienes somos, nuestras necesidades, circunstancias y crecimiento personal.

Vivimos más pendientes de lo que hace, dice, piensa o siente la otra persona, que de escucharnos, sentirnos y conectar con nuestra esencia para poder avanzar en la toma de decisiones, en disfrutar de cada momento y en ser quienes somos sin perdernos en la relación.

Las relaciones empiezan y se terminan, como se nace y se muere, es el ciclo natural de la vida.

Un ciclo que olvidamos y no sabemos vivir con naturalidad, pues establecemos relaciones de apego que sentimos que cuando se acaban, también se termina todo lo demás que tenemos en nuestra vida.

Para tener relaciones saludables y satisfactorias, es necesario saber relacionarse en primer lugar con uno/a misma, es bastante difícil dar o pedir aquello no tenemos para nosotros/as, pues es tan desconocido que muchas veces aún recibiéndolo lo seguimos pidiendo desgastando a la otra persona con exigencias y comportamientos dañinos, propios de una ceguera personal, pareciéndonos ciego/a la otra persona.

Vivimos en una sociedad del hacer y NO DEL SER. Necesitamos explicaciones para todas las cosas con la creencia de una necesidad vital de entender para poder aceptar. Vivimos volcados en el juicio, las opiniones e interpretaciones que generan tanta confusión y dolor.

En realidad todo es mucho más sencillo, sí cogemos el mando a distancia de nuestra vida, en vez de ponerlo en mano de otras personas para responsabilizarle, poniendo el poder de nuestra vida fuera en vez de dentro.

Sería todo mucho más sencillo sí viéramos que no existen los errores ni los fracasos, sino grandes oportunidades de crecimiento.

Más sencillo si comprendemos que el MAPA NO ES EL TERRITORIO, que todas las personas son humanas y cada quien hace lo que buenamente puede y sabe en cada momento de su vida, sin buscar culpas o culpables, luchas de poder o generar heridas que entierran lo hermoso que en un momento existía para olvidarlo y disfrazarlo de lo peor, en vez de elegir la parte con la que podemos quedarnos y avanzar, dejando que cada quien sea quien es y avance también como pueda hacerlo.

La vida es en realidad tan sencilla como hermosa, lástima que desperdiciemos gran parte de la misma sin disfrutar de los pequeños momentos que son en realidad grandes detalles, pues los momentos pasan y no vuelven, tal y como me gusta decir: “Lo único seguro con lo que venimos al mundo es que todos vamos a morir. Sólo que no sabemos cuando, como ni el resto de circunstancias”.

Vivimos olvidando lo único seguro y básico, aferrados a la vida con una dependencia destructiva y un total engaño, pues no nos pertenece y aún así queremos poseerla, sin soltarla para no perderla… haciendo lo mismo con las demás áreas de nuestra vida.

Es necesario soltar para poder fluir y vivir desde el desprendimiento de lo que no nos pertenece, pues el propio peso de esa necesidad nos impide avanzar.

Quiero finalizar la entrada con una de tantas canciones que simbolizan la realidad del amor de pareja. Con ella te invito a vivir cada momento, disfrutando del aquí y ahora, pues todo en la vida es cambio, así que disfruta del momento sea cual sea y vívelo, nadie sabe que podrá pasar mañana.

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