Algunas personas se convierten en una obsesión en nuestras vidas, haremos lo imposible para poder llegar a ellas, como si se tratará de una estrella que queremos alcanzar, incluso sabiendo que están casadas, enamoradas de otras personas, no coinciden con nuestros valores o es imposible la relación o la amistad.
No siempre es posible por más que se quiera conectar con otras personas, sea en nuestra vida personal, familiar e incluso laboral.
La obsesión muchas veces nos lleva incluso a sentir culpa, nos puede arrastrar hasta a la sensación de incapacidad, de creer que lo hemos hecho mal, olvidando que sólo es posible aquello que depende de nosotros/as, no siendo lo mismo cuando también es necesario lo que hagan, piensen o sientan los demás.
Otras veces es la vida misma, la que nos pone delante una segunda, tercera, cuarta o incluso sin numerarla, simplemente una oportunidad.
Oportunidad de verse en el espejo, no para hacer realidad la pareja o la amistad, sino para conocer cuál es esa necesidad interior que nos lleva a ir una y otra vez hacia el mismo lugar.
¿Qué es lo que me mantiene enganchada a esa persona, qué es lo que me hace necesitar volverlo a intentar?.
Muchas veces es la necesidad oculta de una soledad que se quiere acompañar.
Otras veces es la culpa por algún error cometido que se quiere enmendar.
Más allá del ¿para qué? es importante ir un poco más lejos para reflexionar.
¿Quién es esa persona? ¿Cuáles son sus valores, cualidades, hábitos de vida, etc?.
¿Coincide con las características de la persona con la que deseamos compartir nuestra amistad, relación o momentos de vida?
Nuestra necesidad de hacer amistades en el trabajo para tener un buen ambiente laboral, de poder salir con alguna amiga a pasear e incluso de tener una pareja, nos pueden traicionar.
Observar bien el origen de esa necesidad y el camino que tomamos para cubrir la misma, puede ayudarnos o perjudicarnos más, pues la realidad luego puede ser una pesadilla en la que nos quedemos atrapados y de la que queremos, sin saber cómo ni poder escapar.
Aquí es muy importante además de un buen trabajo de autoconocimiento y crecimiento personal, un buen desarrollo e incremento de autoestima para marcar límites, tomar decisiones adecuadas y no dejarse arrastrar.
Cuando una relación genera dependencia y te retiene en ella sin querer permanecer, sea amistad, familia, pareja es importante tomar distancia, reflexionar sobre lo que ocurre y decidir si queremos continuar o introducir algún cambio que de mutuo acuerdo pueda funcionar.
Las relaciones saludables son aquellas capaces de dar y recibir no desde la carencia u obligación, sino desde el respeto mutuo, la comunicación y formas de mejorar mutuamente, sin anular, poseer o creerse mejor.
Si te sientes vacío/a vas a buscar a un amigo/a, familiar, compañero/a, pareja para poderte llenar.
Es diferente si antes te llenas y buscas a alguien para compartir, no desde el vacío, ni las carencias, desesperación o necesidad, sino desde el deseo de compartir y crecer juntos/as en cualquier tipo de relación.
Sentimos que nuestra vida empieza y termina en el mismo origen o punto del que muchas veces no queremos partir, cuando la única realidad es que todo empieza y termina en nosotros/as y todo lo que sale fuera de nosotros/as: amistades, familia, pareja, hijos/as, no consiste en llenarse con ellos/as, sino compartir y acompañamiento mutuo, desde la libertad y el amor sincero, que nos permite elegir e ir mejorando cada relación.
Una relación es adecuada no cuando gana uno y pierde el otro/a, sino cuando todos/as buscan la manera de llegar a un acuerdo para avanzar, sin luchas de poder, sin heridas y desde el compromiso para querer continuar.