85. FORMAN PARTE DE LA VIDA. DUELOS.

¿Qué es lo único seguro con lo que venimos al mundo?

Nuestra personalidad.

Nuestra vocación.

Nuestra profesión.

Nuestro coche o casa.

NOOOOOOOOOOOOOOOOO

«Venimos al mundo con la seguridad que todo tiene un principio y un fin. Todo y todos los que nacemos vamos a Morir».

Pues resulta, que el único conocimiento que viene con nosotros de forma natural y sin necesidad de formación, lo olvidamos.

Pasamos la vida desarrollando un apego enfermizo a la misma, desde el conocimiento inconsciente del fin, que tarde o temprano llegara de forma inevitable e irreversible.

¿Qué empieza y termina?.

Etapas de nuestra vida: nacimiento, infancia, adolescencia, madurez, vejez, muerte.

Relaciones: de pareja (noviazgo, matrimonios), amistades, laborales, etc.

Además de este conocimiento inconsciente, es importante recordar el poder de vivir el momento presente: el ahora.

La Vida es en realidad un instante, tan importante es tener presente el ahora, para recordar que igual que el árbol que vimos de pequeño era diminuto, hoy muchos años después lo vemos frondoso y casi no podemos reconocerlo.

Igual ocurre con las dunas de arena o una montaña, nos impresiona su tamaño cuando le vimos por primera vez siendo pequeños y con el paso del tiempo al volver a verlas, nos asombra como la roca se ha erosionado y los vientos han hecho desaparecer tanta arena y ya nada es lo que era.

Igual ocurre con las personas, hoy tenemos mucha afinidad con alguien, pero sin saber porque, mañana todo puede ser diferente y parecer desconocidos.

La Vida es exactamente igual en todos los aspectos.

Nuestra existencia está cargada de cambios evolutivos a lo largo de la misma.

De manera que vamos atravesando y superando diferentes duelos marcados por diferentes circunstancias. Lo que ocurre es que lo hacemos de forma inconsciente y de forma natural y espontánea.

Por el contrario, cuando tenemos que enfrentarnos a sucesos como una enfermedad o la muerte, en el peor de los casos, no sabemos que hacer.

Ambos sucesos, son duelos como otros que ya hemos vivido y superado, con algunas diferencias y matices, tales como: la irreversibilidad, que no son elegidos, la naturalidad del hecho, la normalidad a la hora de vivirlo y aceptarlo, etc.

Es importante hacer un recorrido por nuestra vida, para recordar el camino de pérdidas y duelos que hemos transitado.

Al hacerlo nos sorprenderemos de la cantidad de experiencias que hemos superado, por tanto, todos esos recursos y herramientas siguen en nuestro interior, podemos hacer uso de ellas en cualquier momento, incluso en nuestras peores experiencias y momentos más difíciles.

Sin darnos cuenta, nos hacemos adultos viviendo como si fuéramos inmortales y hasta perfectos, lo peor, es que después educamos a nuestros hijos con la ausencia del conocimiento consciente de esta gran realidad.

La muerte y la enfermedad se han convertido en temas prohibidos como lo eran antiguamente el sexo, las drogas, el alcohol, las rupturas de pareja, la homosexualidad, las familias des-estructuradas, etc.

Hemos ido normalizando temas que antes eran prohibidos y ocultos, para verlos a día de hoy con total naturalidad y normalidad, para por el contrario, hacer de un hecho que forma parte de la vida, como lo son la muerte y la enfermedad, un tema prohibido, que tan sólo añade más dolor a un tema tan doloroso como lo son las pérdidas.

Con nuestro ejemplo conseguimos que nuestros hijos/as nos imiten, evitando hablar de ello, ocultando sus emociones y en resumen, viviendo algo tan natural como si fuese algo que se tuviera que ocultar o pasar por encima como si no hubiera ocurrido.

Apartamos a nuestros hijos/as de vivir procesos de enfermedad y muerte, desconociendo que les generamos más dolor y no les ayudamos a crecer en un mundo real.

Muchas veces el primer contacto que en la infancia o adolescencia se tiene con la muerte es la de alguna mascota. Les decimos que el perro se escapo, el pájaro voló… cuando se les debe decir la verdad y utilizar un vocabulario acorde a su edad.

Si ocultas la verdad a tu hijo/a le estarás enseñando a mentir, no podrá creer en ti y creerás que le proteges del dolor, cuando en realidad lo que le haces sentir es una realidad a la que no le permites acceder, que no le ayudas a comprender y no podrá confiar en ti. Por tanto no le ayudas a crecer.

Guiale por el camino de lágrimas de la forma adecuada, ya que desde la infancia podemos ayudar a que sean adultos preparados para la vida real y no para una vida perfecta que sólo les generará más dolor.

No hagamos de lo normal, de lo que forma parte de la vida, algo a lo que haya que temer u ocultar.

No somos inmortales pero vivimos como si lo fuésemos.

Quizás si viviésemos la vida sin apegos, no temeríamos tanto a la muerte.

Quizás si disfrutásemos de cada momento, cada instante, recordando que todo lo que tiene principio tiene final.

Quizás si viésemos este trailer, así como las dos canciones siguientes, podríamos reflexionar en esforzarnos por dejar nuestra mejor huella, en nuestros hijos/as, en la sociedad…

Vive cada segundo como si fuese el último y esfuérzate en ser tu mejor versión, como si fueras inmortal.

Teresa Santana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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