No ha sido hasta la llegada del conocimiento de la Alta Sensibilidad, cuando adquirí conciencia respecto a mi soledad por llamarlo de alguna manera.
No me considero una persona introvertida pero en cierta manera si soy algo solitaria. Desde muy pequeña me acostumbre a moverme sin necesidad de ir acompañada de otras amigas/os.
De la misma manera era de tener una o dos amigas como mucho. Supongo que entre otras cosas me apetecía y buscaba más la intimidad, cercanía, además de agobiarme la presencia de muchas personas.
Por otro lado siempre me rodee mucho de mis familiares y personas más allegadas, siempre centrada en ellos y en mi formación, poco tiempo de cultivar amistades y tener muchas relaciones sociales.
También es verdad que he sido siempre muy enamoradiza y mi vida ha girado en torno a las pocas relaciones sentimentales que he tenido. Muy intensas y muy entregada a ellas.
No he dedicado en mi vida gran tiempo al ocio esa es la verdad. Soy más de formarme, leer y disfrutar de un paseo cerca del mar, sentarme a contemplar un paisaje o simplemente disfrutar de una buena conversación.
Hace mucho tiempo estando trabajando surgió una conversación con un profesional que me encanto, empezamos a hablar precisamente de nuestras relaciones sociales. Que a veces tenemos muchos amigos/as, familiares, conocidos/as, compañeros/as y nos sentimos arropados o acompañados. En otras ocasiones tenemos muy pocas personas a nuestro alrededor. Sin embargo me encanto y quiero destacar la frase que me dijo y que como buen PAS lleve a mi intenso rincón de reflexión para rumiarla detenidamente: «No hay peor soledad que la soledad compartida».
Entendí perfectamente de que estaba hablando. A veces creemos que podemos contar con un montón de personas y que en determinados momentos no estaremos solos ni nos sentiremos de esa manera. Pero sentirse así o que eso nos ocurra es algo inevitable. Entre otras cosas porque esa sensación no es algo que dependa directamente del comportamiento de los demás, sino también del enfoque que seamos capaces de darle.
Muchas veces no nos planteamos que tenemos que poner en practica un capítulo que leí del maravilloso libro «El arte de no amargarse la vida». Recuerdo hablaba de las relaciones y recomendaba pedirle a cada uno lo que sabemos es capaz de dar. Si buscamos en un amigo agarrado ayuda económica nos estamparemos, si buscamos un abrazo de una persona fría ídem de lo mismo, etc.
Después también nos encontramos con la necesidad de aprender a pedir ayuda, a veces nos resulta tan difícil pronunciar esa palabra y ponerla en práctica. Casualmente sin yo decir nada ni pensarlo si quiera mi madre le ha enseñado a mi hija esa palabra desde muy pequeña y aunque ella siempre quiere hacerlo todo sola, cuando se empieza a frustrar o ve que no es capaz de conseguirlo pide ayuda. Es un importante aprendizaje de humildad, reconocimiento propio de necesidades y de ser conscientes que si carecemos de recursos internos para hacer frente a determinadas situaciones siempre se pueden buscar otras alternativas.
Es fundamental saber poner esto en práctica y a la vez es importante saber que podemos obtener diferentes respuestas para las que tenemos que estar preparados. De esa aceptación también dependerá nuestra madurez y capacidad de aceptación de las decisiones de los demás. Por otro lado debe surgir nuestra constancia y recordar que aunque nos cierren una ventana, debemos seguir intentando abrir otra hasta que consigamos que entre luz en nuestra vida.
Al poner esto en práctica nos hacemos conscientes de la responsabilidad que tenemos de nuestra vida y de ser dueños de como nos sentimos y pensamos, sin estar culpando a los demás porque no se dan cuenta de nuestras necesidades y esperando que nos ayuden de forma espontanea.
En este aspecto nos traiciona nuestra empatía puesto que lo que para nosotros a veces salta a la luz con una claridad más que evidente para otros es sutil, pretendemos que los demás hagan un poco de adivinos y corremos el riesgo de que no acierten y luego venga la queja porque tampoco era eso lo que necesitábamos. Recuerdo que en una charla universitaria sobre nuestra comunicación en las relaciones sexuales aprendí la importancia de ser capaces de pedir aquello que queremos y de la forma que nos gusta, la sexóloga planteaba entre otras muchas cosas la siguiente pregunta: “¿que nos impedía decir como nos gustaba ser abrazados o acariciados?. Yo arrastre aquel enfoque a otros muchos terrenos de mi vida.
Nos vuelve a traicionar nuestra empatía cuando pensando en los demás y sus circunstancias y entonces no queremos molestar o ocupar a otros pidiendo ayuda. Es importante destacar el trabajo personal necesario a hacer en esta área para ser capaces de gestionar nuestra empatía de forma que equilibremos y recordemos que el otro 80% de la población no es tan empático y mucho menos adivino, pero no podemos taparnos la necesidad de pedir ayuda cuando la necesitamos porque nos traiciona nuestra empatía y posicionamos las necesidades de los demás por encima de situaciones que pueden llegar a ser urgentes y extremas. Consiste simplemente en buscar quien puede ayudarnos en la clase de ayuda que necesitamos.
De igual manera si pedimos ayuda y nos la niegan o posponen, será muy útil aceptarla con un agradecimiento y seguir buscando, hasta que la encontremos o adquiramos desde nosotros mismos la capacidad de auto-ayudarnos.
Yo era mucho de buscarme la vida, de manera que los problemas más frecuentes a los que me enfrentaba por ejemplo en mi formación eran las dificultades con el álgebra, probabilidad y otras áreas relacionadas con la matemáticas, física, química, sin dudas yo soy más de letras. Como mis padres aunque no pasábamos necesidades económicas sabía que no podíamos pagarme unas clases particulares y yo era excesivamente responsable, me bastaba con pedirle un libro a mi madre: «mamá necesito el libro de álgebra de la colección aprende tu solo». Esos fueron los inicios en mi vida de encontrar soluciones a todos mis problemas a través de la lectura de diferentes libros y manuales relacionados con la situación de lo que se tratará. Nacía así el comienzo de mis mejores y casi únicas amistades: «LOS LIBROS Y LA LECTURA», mis amigos inseparables e inconfundibles. Llegue a tener una amiga que me decía que la asustaba porque mi biblioteca tenía un libro con el titulo de cada uno de los problemas de mi vida y de otros. De esto hablare en otra entrada del blog que sino no termino.
Me viene a la memoria un suceso de mi vida en el que necesite mucha ayuda, casualmente en ese momento todas las personas que conocía estaban ocupadas, trabajaban, no disponían de tiempo y además de todo eso yo estaba muy embajonada y cada negativa, de quienes confiaba me ayudarían, parecía hundirme cada vez más. Fueron 6 meses de reposo absoluto en una cama para intentar conseguir que llegará a termino mi primer embarazo y pudiera nacer quien sería mi hijo/a. Estuve prácticamente sola y además a los seis meses aquel sueño se trunco… lo contare en otra entrada de blog puesto que este hecho de mi vida es digno y merecedor de ello.
Después de aquel golpe de la vida necesite de psiquiatras, psicólogos, lecturas y un largo etc. De todo ello ya compartiré pero sobre todo aprendí que tenía un teléfono siempre cerca de mi del que podía haber echo uso para pedir ayuda. Que mi apatía y conocer cada rincón de aquella habitación y sus paredes no había servido para enfrentarme a aquella experiencia de manera digna, no había sido capaz de ser responsable de mis propias circunstancias, puse en manos de otras personas la responsabilidad de como me sentía y lo vivía y un largo etc.
En nuestra necesidad de PAS a veces hacemos como las tortugas y nos encerramos en nuestro caparazón, muchas veces porque necesitamos nuestra soledad y espacio reconfortante para sanarnos y otras veces porque la situación nos resulta abrumate y necesitamos coger aire antes de asfixiarnos.
Esos momentos tan necesarios para nosotros a veces son vistos por el otro 80% de la población como una huida, se nos etiqueta como cobardes o como desequilibrados o inestables emocionalmente por nuestros cambios repentinos de comportamientos. Quizás sea mejor fingir un dolor de cabeza o barriga para huir, sin necesidad de esperar que nos entiendan quienes simplemente tienen otro enfoque de la vida tan digno de respetar y aceptar como el nuestro.
Para finalizar de tanto que he compartido en esta entrada quiero destacar que es bueno aprender a convivir en soledad y acompañados, aceptando que es necesario hacer uso de las dos situaciones de forma saludable a nuestras necesidades y momentos. Aprender a querernos y respetarnos disfrutando de momentos en nuestra soledad con nosotros mismos/as también nos fortalece y recarga de energía, autoestima, auto-conocimiento y valor personal. Asimismo relacionarnos con personas que nos suman, sean PAS o no también es fundamental para no aislarnos, debemos recordar que somos seres sociales y esa saludable recibir el contacto de otras personas y cercanía de las mismas.
Por supuesto que no todos estamos preparados a la misma vez para llegar a estos aprendizajes. Cada uno tiene su propio tiempo de cocción y a mi no se me da nada bien la cocina. Por eso es importante vivir todas y cada una de las situaciones desde el respeto hacia el otro sin emitir juicios de valor, respetando el momento de cada uno y que tan sólo cuando esa persona este abierta y preparada a ese aprendizaje lo adquirirá, no depende de nosotros sino de la propia persona en cuestión, sus circunstancias, trayectoria y un largo etc.
Como decía una persona con la que prepare oposiciones: “no me des peces y enseñame a pescar”. A veces se nos va la vida buscando soluciones y recursos en los demás, fuera de nosotros y cuando somos capaces de sentarnos y escucharnos, mirar en nuestro interior nos damos cuenta que están ahí. Siempre han estado ahí todos esos recursos que necesitamos tan sólo hace falta trabajarlos un poquito y creer en nosotros y en nuestras posibilidades. Si en vez de trabajarnos interiormente y aprender a crecer de nuestras adversidades, constantemente buscamos en los demás respuestas a cuyas preguntas tan sólo podemos responder nosotros de la manera adecuada a nuestra manera de ser, pensar, sentir, etc.
yo por suerte o por desgracia estuve muchos años sintiendome solo, no aceptaba esa soledad y me hizo mucho daño, pero ya la acepte y disfruto de mi compañia, aunque algunas noches me visite para decirme….hola santiago, que duro es sentirte solo cuando yo te ofrezco mi compañia…o algo asi, pero bueno. Agradezco todas las personas que pasaron por mi camino por el tiempo que pasaron y sigo disfrutando de mi compañia sin hacer ningun drama por ello y aprendiendo a reirme de mi mismo y a dar gracias por la compañia de la soledad, aunque me siga chinchando algunas noches, jaj.
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Hola Santiago !!! Yo me he sentido más sola estando acompañada. Es peor, te lo aseguro !!! Besos
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